Dios dice:‘Echa un vistazo a la época del arca de Noé: la humanidad era profundamente corrupta, se había desviado de la bendición de Dios, Él ya no cuidaba más de ella, y había perdido Sus promesas. Vivía en las tinieblas, sin la luz de Dios. Así pues, los hombres se volvieron licenciosos por naturaleza, abandonados a sí mismos a una depravación horrible. Tales hombres ya no podían recibir la promesa de Dios; no eran dignos de ver el rostro de Dios, ni de oír Su voz, porque lo habían abandonado, habían dejado de lado todo lo que Él les había concedido, y se habían olvidado de las enseñanzas de Dios. Su corazón se apartaba más y más de Dios, y conforme lo hacía, se volvieron depravados más allá de toda razón y humanidad, y cada vez más malvados. Así pues, cada vez se acercaron más a la muerte, y cayeron bajo la ira y el castigo de Dios. Sólo Noé adoró a Dios y se apartó del mal, y por eso fue capaz de oír Su voz, y Sus instrucciones. Él construyó el arca siguiendo las instrucciones de la palabra de Dios, y reunió a toda forma de criaturas vivientes. Y de esta manera, una vez que todo se había preparado, Dios desató Su destrucción sobre el mundo. Sólo Noé y los siete miembros de su familia sobrevivieron a la destrucción, porque Noé adoró a Dios y se apartó del mal.”
Primera Lectura Lectura del primer libro de los Reyes (17,10-16): En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: «Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba.» Mientras iba a buscarla, le gritó: «Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan.» Respondió ella: «Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos.» Respondió Elías: «No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: «La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra.»» Ella se f...
Comentarios
Publicar un comentario