IX NOVENA
A
MARÍA SANTÍSIMA
DE
LOS REMEDIOS
Por la señal de la santa cruz….
Por la señal de la Santa
Cruz, de nuestros enemigos.
Líbranos Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre y del hijo y del
Espíritu Santo.
Amen.
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ACTO DE CONTRICCIÓN
PRIMERA ORACIÓN
Para todos los días a Dios Nuestro Señor
Eterno Dios Todopoderoso, Señor del Cielo y de la Tierra, Suma
bondad, uno en Esencia y Trino en Personas, que con la gracia y operación de tu
Espíritu Divino, preparaste el cuerpo hermoso y el alma preciosísima de la
gloriosa Virgen y María Santísima Señora Nuestra, para que mereciera hacerse
digna habitación y celestial palacio de tu Hijo Unigénito en el mundo,
llenándola, colmándola y enriqueciéndola en todos los instantes de su vida de
indecibles gracias, dones y méritos, para que fuese trasladada en cuerpo y alma
a los Cielos, y exaltada sobre los nueve Coros de las Jerarquías Angélicas, y
colocada en la primera silla a la mano derecha del Rey de los Reyes y Señor de
los que dominan, y desde esta altura viese y remediase nuestras necesidades:
por aquella gloria que tuviste en este día, y experimentaron los Príncipes y Ciudadanos
de tu Corte, te suplicamos, Señor, rogamos y pedimos, que por la intercesión
piadosa de tan Divina Patrona y Abogada, seamos liebres de todos los males
espirituales que nos rodean rituales y corporales que nos rodean, y de la
eterna muerte que nos amenaza por nuestras culpas, dándonos un eficaz, estable
y firme aborrecimiento de ellas, y un verdadero y puro amor de tu hermosura,
para poder celebrar, alabar y bendecir dignamente la gloria de la Santísima
Madre del Supremo Rey de la Gloria y Altísimo Señor de las virtudes, que
contigo vive y reina verdadero Dios, en unidad del mismo Espíritu Santo por
todos los siglos de los siglos.
Amén
Amén
Ave María (3)
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Gloria (1)
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Dios te Salve, María, llena eres de
Gracia.
El Señor es contigo. Bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y Bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amen.
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Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amen
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Lectura del santo evangelio según san Juan (11,3-7.17.20-27.33b-45):
En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo.» Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo.» Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos
otra vez a Judea.» Cuando Jesús
llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que
llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras
estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que
pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.» Marta
respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.» Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la
vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree
en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» Ella le contestó: «Sí,
Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir
al mundo.»
Jesús sollozó y, muy conmovido, preguntó:
«¿Dónde lo habéis enterrado?» Le
contestaron: «Señor, ven a verlo.»
Jesús se echó a llorar. Los
judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no
podía haber impedido que muriera éste?»
Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro.
Era una cavidad cubierta con una losa.
Dice Jesús: «Quitad la losa.»
Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque
lleva cuatro días.» Jesús le
dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» Entonces
quitaron la losa. Jesús,
levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has
escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me
rodea, para que crean que tú me has enviado.»
Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro,
ven afuera.» El muerto salió, los
pies y las manos atadas con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar.»
Y muchos judíos que habían venido a casa de
María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
Palabra del Señor
9º DIA DE NOVENA
Hermosos Querubines
En triunfal Carro
Te ponen en los brazos
De tu Hijo amado:
Y en delicias Celestes
Y nebriada,
Con Imperial Diadema
Sois Coronada.
Salve, María,
De este Pueblo Patrona
Esclarecida.
La sunción
de María Santísima exaltada sobre el coro de los Serafines
Piadosísima Señora y Madre nuestra, Coronada Emperatriz del
Supremo Coro de los Serafines, excelsa Reina de aquellos vivos volcanes del
Divino amor, que absortos de tu incomparable belleza, te miran y adora,
generosa Águila, <paloma hermosísima, Fénix abrazado del mayor incendio de
amor, volando más alta y superior a todos ellos en tu Asunción gloriosa: por
este tu inmenso caudal de divina gracia y caridad, te suplicamos Señora,
humildemente, nos alcances de tu Hijo Santísimo alguna centella de puro y
perfecto amor suyo sobre todas las cosas, que purificando y limpiando nuestros
corazones de toda pasión e inclinación a lo terreno los vivifique, encienda nuestras
almas y eleve nuestros espíritus, uniéndolos con el Sumo y verdadero Bien, para
que a competencia de los Serafines lo amemos con todo el corazón con toda el
alma, con todas nuestras fuerzas en esta mortal vida y en la Eterna
Bienaventuranza. Amén.
TERCERA ORACIÓN
Para todos los días
Soberana Emperatriz de los Cielos, alegría y recreo de sus
Cortesanos, Señora de las Jerarquías Angélicas, Cielo del Cielo, animado Trono,
Templo y Sagrario vivo de la Santísima Trinidad, Altar excelso del refugio
humano, Tesorera del poder Divino, Mar de todas las gracias, Río de las
piedades y misericordias, Pozos de aguas vivas, Fuente señalada y sellada de
todos los Remedios, Iris de las iras de Dios, Cándida Paloma que trajiste al
Arca de tu Iglesia la mejor oliva de la paz, Nave del Mercader Divino que desde
las alturas del cielo condujiste al Mundo el Pan de los Ángeles para que lo
comieran los hombres, alivio de los necesitados, consuelo de los afligidos,
salud de los enfermos, estrella fija de los que navegan, guía segura de los que
caminan, y en una palabra, Madre de Dios y Madre de tu Pueblo, fiel remedio y
medicina de todos los males: por aquella gracia con que tuviste nueve meses al
Verbo Divino encerrado en tu virginal vientre, y por aquella gloria con que
fuiste recibida en el Cielo de tu Hijo Santísimo, festejada y celebrada y
aplaudida de los nueve Coros, de sus santos Príncipes, tus nobles vasallos, y
exaltada sobre todos ellos al Reino Celestial: a ti, Señora, Madre
misericoriosísima, al ti clamamos tus humildes hijos, principalmente por la
exaltación y extensión del Nombre de Jesús y de su Iglesia, por la salud,
acierto y felicidad de la Cabeza visible de ella el Sumo Pontífice, de nuestro
Prelado Ilustrísimo, de tus sacerdotes y ministros. A ti suspiramos tristes y afligidos ,
consoladora y remediadora del mundo, por el remedio, consuelo y alivio de todas
nuestras tribulaciones y necesidades, especialmente aquellas que nos obligan
más para los ruegos, clamores y súplicas de esta novena, si ha de ser para
honra y gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amen.
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