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Sábado Santo del Triduo Pascual

Primera lectura

Lectura del libro del Génesis 1, 1 – 2, 2

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra estaba informe y vacía; la tiniebla cubría la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Dijo Dios:

«Exista la luz».

Y la luz existió.

Vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla. Llamó Dios a la luz «día» y a la tiniebla llamó «noche».

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.

Y dijo Dios:

«Exista un firmamento entre las aguas, que separe aguas de aguas».

E hizo Dios el firmamento y separó las aguas de debajo del firmamento de las aguas de encima del firmamento.

Y así fue.

Llamó Dios al firmamento «cielo».

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo.

Dijo Dios:

«Júntense las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezca lo seco».

Y así fue.

Llamó Dios a lo seco «tierra», y a la masa de las aguas llamó «mar».

Y vio Dios que era bueno.

Dijo Dios:

«Cúbrase la tierra de verdor, de hierba verde que engendre semilla, y de árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra».

Y así fue.

La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie.

Y vio Dios que era bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero.

Dijo Dios:

«Existan lumbreras en el firmamento del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años, y sirvan de lumbreras en el firmamento del cielo, para iluminar sobre la tierra».

Y así fue.

E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche; y las estrellas. Dios las puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche y para separar la luz de la tiniebla.

Y vio Dios que era bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.

Dijo Dios:

«Bullan las aguas de seres vivientes, y vuelen los pájaros sobre la tierra frente al firmamento del cielo».

Y creó Dios los grandes cetáceos y los seres vivientes que se deslizan y que las aguas fueron produciendo según sus especies, y las aves aladas según sus especies.

Y vio Dios que era bueno.

Luego los bendijo Dios, diciendo:

«Sed fecundos y multiplicaos, llenad las aguas del mar; y que las aves se multipliquen en la tierra».

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.

Dijo Dios:

«Produzca la tierra seres vivientes según sus especies: ganados, reptiles y fieras según sus especies».

Y así fue.

E hizo Dios las fieras según sus especies, los ganados según sus especies y los reptiles según sus especies.

Y vio Dios que era bueno.

Dijo Dios:

«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra».

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó.

Dios los bendijo; y les dijo Dios:

«Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra».

Y dijo Dios:

«Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la superficie de la tierra y todos los árboles frutales que engendran semilla: os servirán de alimento. Y la hierba verde servirá de alimento a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra y a todo ser que respira».

Y así fue.

Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.

Así quedaron concluidos el cielo, la tierra y todo el universo.

Y habiendo concluido el día séptimo la obra que había hecho, descansó el día séptimo de toda la obra que había hecho.


SALMO:


Sal 103, 1 2a. 5 6. 10 y 12. 13 14. 24 y 35c

R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.


Bendice, alma mía, al Señor:

¡Dios mío, qué grande eres!

Te vistes de belleza y majestad,

la luz te envuelve como un manto. R/.


Asentaste la tierra sobre sus cimientos,

y no vacilará jamás;

la cubriste con el manto del océano,

y las aguas se posaron sobre las montañas. R/.


De los manantiales sacas los ríos,

para que fluyan entre los montes;

junto a ellos habitan las aves del cielo,

y entre las frondas se oye su canto. R/.


Desde tu morada riegas los montes,

y la tierra se sacia de tu acción fecunda;

haces brotar hierba para los ganados,

y forraje para los que sirven al hombre.

Él saca pan de los campos. R/.


V/. Cuántas son tus obras, Señor,

y todas las hiciste con sabiduría;

la tierra está llena de tus criaturas.

¡Bendice, alma mía, al Señor! R/.


Salmo

Lectura del libro del Génesis 22, 1-18

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán. Le dijo:

«¡Abrahán!».

El respondió:

«Aquí estoy».

Dios dijo:

«Toma a tu hijo único, al que amas, a Isaac, y vete a la tierra de Moria y ofrécemelo allí en holocausto en uno de los monte que yo te indicaré».

Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el holocausto y se encaminó al lugar que le había indicado Dios.

Al tercer día levantó Abrahán los ojos y divisó el sitio desde lejos. Abrahán dijo a sus criados:

«Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros».

Abrahán tomó la leña para el holocausto, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.

Isaac dijo a Abrahán, su padre:

«Padre».

Él respondió:

«Aquí estoy, hijo mío».

El muchacho dijo:

«Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto?».

Abrahán contestó:

«Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío». Y siguieron caminando juntos.

Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán alargó la mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:

«¡Abrahán, Abrahán!».

Él contestó:

«Aquí estoy».

El ángel le ordenó:

«No alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo».

Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.

Abrahán llamó aquel sitio «El Señor ve», por lo que se dice aún hoy «En el monte el Señor es visto».

El ángel del Señor llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo y le dijo:

«Juro por mí mismo, oráculo del Señor: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te colmaré de bendiciones y multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de sus enemigos. Todas las naciones de la tierra se bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz».


SALMO


Sal 15, 5 y 8. 9 10. 11

R/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.


El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,

mi suerte está en tu mano.

Tengo siempre presente al Señor,

con él a mi derecha no vacilaré. R/.


Por eso se me alegra el corazón,

se gozan mis entrañas,

y mi carne descansa esperanzada.

Porque no me abandonarás en la región de los muertos

ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. R/.


Me enseñarás el sendero de la vida,

me saciarás de gozo en tu presencia,

de alegría perpetua a tu derecha. R/.


Segunda lectura

Lectura del libro del Éxodo 14, 15 – 15, 1

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés:

«¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel pasen por medio del mar, por lo seco. Yo haré que los egipcios se obstinen y entren detrás de vosotros, y me cubriré de gloria a costa del faraón y de todo su ejército, de sus carros y de sus jinetes. Así sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del faraón, de sus carros y de sus jinetes».

Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube, que iba delante de ellos, se desplazó y se colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel. La nube era tenebrosa y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos pudieran aproximarse el uno al otro. Moisés extendió su mano sobre el mar y el Señor hizo retirarse el mar con un fuerte viento del este que sopló toda la noche; el mar se secó y se dividieron las aguas. Los hijos de Israel entraron en medio del mar, en lo seco, y las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda. Los egipcios los persiguieron y entraron tras ellos, en medio del mar: todos los caballos del faraón, sus carros y sus jinetes.

Era ya la vigilia matutina cuando el Señor miró desde la columna de fuego y humo hacia el ejército de los egipcios y sembró el pánico en el ejército egipcio. Trabó las ruedas de sus carros, haciéndolos avanzar pesadamente.

Los egipcios dijeron:

«Huyamos ante Israel, porque el Señor lucha por él contra

Egipto».

Luego dijo el Señor a Moisés:

«Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes».

Moisés extendió su mano sobre el mar; y al despuntar el día el mar recobró su estado natural, de modo que los egipcios, en su huida, toparon con las aguas. Así precipitó el Señor a los egipcios en medio del mar.

Las aguas volvieron y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del faraón, que había entrado en el mar. Ni uno solo se salvó.

Mas los hijos de Israel pasaron en seco por medio del mar, mientras las aguas hacían de muralla a derecha e izquierda.

Aquel día salvó el Señor a Israel del poder de Egipto, e Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar. Vio, pues, Israel la mano potente que el Señor había desplegado contra los egipcios, y temió el pueblo al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.

Entonces Moisés y los hijos de Israel entonaron este canto al Señor:


SALMO


Salmo responsorial Ex 15, 1 2. 3 4. 5 6. 17 18


R/. Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria.


Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria,

caballos y carros ha arrojado en el mar.

Mi fuerza y mi poder es el Señor,

El fue mi salvación.

Él es mi Dios: yo lo alabaré;

el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré. R/.


El Señor es un guerrero,

su nombre es “El Señor”.

Los carros del faraón los lanzó al mar,

ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes. R/.


Las olas los cubrieron,

bajaron hasta el fondo como piedras.

Tu diestra, Señor, es magnífica en poder,

tu diestra, Señor, tritura al enemigo. R/.


Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,

lugar del que hiciste tu trono, Señor;

santuario, Señor, que fundaron tus manos.

El Señor reina por siempre jamás. R/.


Tercera lectura

Lectura del libro de Isaías 54, 5-14

Quien te desposa es tu Hacedor:

su nombre es Señor todopoderoso.

Tu libertador es el Santo de Israel:

se llama «Dios de toda la tierra».

Como a mujer abandonada y abatida

te llama el Señor;

como a esposa de juventud, repudiada

—dice tu Dios—.

Por un instante te abandoné,

pero con gran cariño te reuniré.

En un arrebato de ira,

por un instante te escondí mi rostro, pero con amor eterno te quiero

—dice el Señor, tu libertador—.

Me sucede como en los días de Noé: juré que las aguas de Noé

no volverían a cubrir la tierra;

así juro no irritarme contra ti

ni amenazarte.

Aunque los montes cambiasen

y vacilaran las colinas,

no cambiaría mi amor,

ni vacilaría mi alianza de paz

—dice el Señor que te quiere—.

¡Ciudad afligida, azotada por el viento,

a quien nadie consuela!

Mira, yo mismo asiento tus piedras sobre azabaches,

tus cimientos sobre zafiros;

haré tus almenas de rubí,

tus puertas de esmeralda,

y de piedras preciosas tus bastiones.

Tus hijos serán discípulos del Señor,

gozarán de gran prosperidad tus constructores.

Tendrás tu fundamento en la justicia:

lejos de la opresión, no tendrás que temer;

lejos del terror, que no se acercará.


SALMO


Salmo responsorial Sal 29, 2 y 4. 5 6. 11 y 12a y 13b


R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.


Te ensalzaré, Señor, porque me has librado

y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, sacaste mi vida del abismo,

y me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.


Tañed para el Señor, fieles suyos,

celebrad el recuerdo de su nombre santo;

su cólera dura un instante;

su bondad, de por vida;

al atardecer nos visita el llanto;

por la mañana, el júbilo. R/.


Escucha, Señor, y ten piedad de mí;

Señor, socórreme.

Cambiaste mi luto en danzas.

Señor Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.


Cuarta lectura

Lectura del libro de Isaías 55, 1-11

Esto dice el Señor:

«Sedientos todos, acudid por agua;

venid, también los que no tenéis dinero:

comprad trigo y comed, venid y comprad,

sin dinero y de balde, vino y leche.

¿Por qué gastar dinero en lo que no alimenta

y el salario en lo que no da hartura?

Escuchadme atentos y comeréis bien,

saborearéis platos sustanciosos.

Inclinad vuestro oído, venid a mí: escuchadme y viviréis.

Sellaré con vosotros una alianza perpetua,

las misericordias firmes hechas a David:

lo hice mi testigo para los pueblos,

guía y soberano de naciones.

Tú llamarás a un pueblo desconocido,

un pueblo que no te conocía correrá hacia ti;

porque el Señor tu Dios,

el Santo de Israel te glorifica.

Buscad al Señor mientras se deja encontrar,

invocadlo mientras está cerca.

Que el malvado abandone su camino,

y el malhechor sus planes;

que se convierta al Señor, y él tendrá piedad,

a nuestro Dios, que es rico en perdón.

Porque mis planes no son vuestros planes,

vuestros caminos no son mis caminos

—oráculo del Señor—.

Cuanto dista el cielo de la tierra,

así distan mis caminos de los vuestros,

y mis planes de vuestros planes.

Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo,

y no vuelven allá sino después de empapar la tierra,

de fecundarla y hacerla germinar,

para que dé semilla al sembrador

y pan al que come,

así será mi palabra que sale de mi boca:

no volverá a mí vacía,

sino que cumplirá mi deseo

y llevará a cabo mi encargo».


SALMO


Salmo responsorial Is 12, 2 3. 4bcd. 5 6 (R.: 3)


R/. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.


«Él es mi Dios y Salvador:

confiaré y no temeré,

porque mi fuerza y mi poder es el Señor,

él fue mi salvación».

Y sacaréis aguas con gozo

de las fuentes de la salvación. R/.


«Dad gracias al Señor,

invocad su nombre,

contad a los pueblos sus hazañas,

proclamad que su nombre es excelso». R/.


Tañed para el Señor, que hizo proezas,

anunciadlas a toda la tierra;

gritad jubilosos, habitantes de Sión,

porque es grande es en medio de ti el Santo de Israel. R/.


Quinta lectura

Lectura del libro de Baruc 3, 9-15. 32 – 4, 4

Escucha, Israel, mandatos de vida;

presta oído y aprende prudencia.

¿Cuál es la razón, Israel,

de que sigas en país enemigo,

envejeciendo en tierra extranjera;

de que te crean un ser contaminado,

un muerto habitante del Abismo?

¡Abandonaste la fuente de la sabiduría!

Si hubieras seguido el camino de Dios,

habitarías en paz para siempre.

Aprende dónde está la prudencia,

dónde el valor y la inteligencia,

dónde una larga vida,

la luz de los ojos y la paz.

¿Quién encontró su lugar

o tuvo acceso a sus tesoros?

El que todo lo sabe la conoce,

la ha examinado y la penetra;

el que creó la tierra para siempre

y la llenó de animales cuadrúpedos;

el que envía la luz y le obedece,

la llama y acude temblorosa;

a los astros que velan gozosos

arriba en sus puestos de guardia,

los llama, y responden: «Presentes»,

y brillan gozosos para su Creador.

Este es nuestro Dios,

y no hay quien se le pueda comparar;

rastreó el camino de la inteligencia

y se lo enseñó a su hijo, Jacob,

se lo mostró a su amado, Israel.

Después apareció en el mundo

y vivió en medio de los hombres.

Es el libro de los mandatos de Dios,

la ley de validez eterna:

los que la guarden vivirán;

los que la abandonen morirán.

Vuélvete, Jacob, a recibirla,

camina al resplandor de su luz;

no entregues a otros tu gloria,

ni tu dignidad a un pueblo extranjero.

¡Dichosos nosotros, Israel,

que conocemos lo que agrada al Señor!


SALMO


Salmo responsorial Sal 18, 8. 9. 10. 11 (R.: Jn 6, 68)


R/. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.


La ley del Señor es perfecta

y es descanso del alma;

el precepto del Señor es fiel

e instruye a los ignorantes. R/.


Los mandatos del Señor son rectos

y alegran el corazón;

la norma del Señor es límpida

y da luz a los ojos. R/.


El temor del Señor es puro

y eternamente estable;

los mandamientos del Señor son verdaderos

y eternamente justos. R/.


Más preciosos que el oro,

más que el oro fino;

más dulce que la miel

de un panal que destila. R/.


Sexta lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel 36, 16-28

Me vino esta palabra del Señor:

«Hijo de hombre, la casa de Israel profanó

con su conducta y sus acciones

la tierra en que habitaba.

Me enfurecí contra ellos,

por la sangre que habían derramado en el país,

y por haberlo profanado con sus ídolos.

Los dispersé por las naciones,

y anduvieron dispersos por diversos países.

Los he juzgado según su conducta y sus acciones.

Al llegar a las diversas naciones, profanaron mi santo nombre,

ya que de ellos se decía:

“Estos son el pueblo del Señor y han debido abandonar su tierra”.

Así que tuve que defender mi santo nombre, profanado por la casa de Israel

entre las naciones adonde había ido.

Por eso, di a la casa de Israel:

“Esto dice el Señor Dios:

No hago esto por vosotros, casa de Israel,

sino por mi santo nombre, profanado por vosotros

en las naciones a las que fuisteis.

Manifestaré la santidad de mi gran nombre,

profanado entre los gentiles,

porque vosotros lo habéis profanado en medio de ellos.

Reconocerán las naciones que yo soy el Señor

—oráculo del Señor Dios—,

cuando por medio de vosotros les haga ver mi santidad.

Os recogeré de entre las naciones,

os reuniré de todos los países

y os llevaré a vuestra tierra.

Derramaré sobre vosotros un agua pura

que os purificará:

de todas vuestras inmundicias e idolatrías

os he de purificar;

y os daré un corazón nuevo,

y os infundiré un espíritu nuevo;

arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra,

y os daré un corazón de carne.

Os infundiré mi espíritu,

y haré que caminéis según mis preceptos,

y que guardéis y cumpláis mis mandatos.

Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.

Vosotros seréis mi pueblo,

y yo seré vuestro Dios”».


SALMO


Salmo responsorial Sal 41, 3. 5bcd; 42, 3. 4 (R.: 41, 2)


R/. Como busca la cierva corrientes de agua,

así mi alma te busca a ti, Dios mío.


Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:

¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R/.


Cómo entraba en el recinto santo,

cómo avanzaba hacia la casa de Dios,

entre cantos de júbilo y alabanza,

en el bullicio de la fiesta. R/.


Envía tu luz y tu verdad:

que ellas me guíen

y me conduzcan hasta tu monte santo,

hasta tu morada. R/.


Me acercaré al altar de Dios,

al Dios de mi alegría;

y te daré gracias al son de la cítara,

Dios, Dios mío. R/.


Séptima lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6, 3-11

Hermanos:

Cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte.

Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.

Pues si hemos sido incorporados a él en una muerte como la suya, lo seremos también en una resurrección como la suya; sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con Cristo, para que fuera destruido el cuerpo de pecado, y, de este modo, nosotros dejáramos de servir al pecado; porque quien muere ha quedado libre del pecado.

Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque quien ha muerto, ha muerto al pecado de una vez para siempre; y quien vive, vive para Dios.

Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.


SALMO


Salmo responsorial Sal 117, 1 2. l6ab 17. 22 23


R/. Aleluya, aleluya. aleluya.


Dad gracias al Señor porque es bueno,

porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:

eterna es su misericordia. R/.


«La diestra del Señor es poderosa,

la diestra del Señor es excelsa».

No he de morir, viviré

para contar las hazañas del Señor. R/.


La piedra que desecharon los arquitectos

es ahora la piedra angular.

Es el Señor quien lo ha hecho,

ha sido un milagro patente. R/.


Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 24, 1-12

El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y ellos les dijeron:

«¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Recordad cómo os habló estando todavía en Galilea, cuando dijo que el Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar».

Y recordaron sus palabras. Habiendo vuelto del sepulcro, anunciaron todo esto a los Once y a todos los demás.

Eran María la Magdalena, Juana y María, la de Santiago. También las demás, que estaban con ellas, contaban esto mismo a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron.

Pedro, sin embargo, se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, ve solo los lienzos, Y se volvió a su casa, admirándose de lo sucedido.


Reflexión del Evangelio de hoy por Papa Francisco.

"Jesús no está en el sepulcro, es el Resucitado. Él es el Viviente". Papa Francisco.

¿Por qué buscan entre los muertos al que vive?. Esta pregunta nos hace superar la tentación de mirar hacia atrás, a lo que pasó ayer, y nos impulsa hacia adelante, hacia el futuro.

Jesús no está en el sepulcro, es el Resucitado. Él es el Viviente, Aquel que siempre renueva su cuerpo que es la Iglesia y le hace caminar atrayéndolo hacia Él. Ayer era la tumba de Jesús y la tumba de la Iglesia, el sepulcro de la verdad y de la justicia; hoy es la resurrección perenne hacia la que nos impulsa el Espíritu Santo, donándonos la plena libertad.

Hoy se dirige también a nosotros este interrogativo. Tú, ¿por qué buscas entre los muertos al que vive, tú que te encierras en ti mismo después de un fracaso y tú que no tienes ya la fuerza para rezar?

¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo, tú que te sientes solo, abandonado por los amigos o tal vez también por Dios?

¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo, tú que has perdido la esperanza y tú que te sientes encarcelado por tus pecados?

¿Por qué buscas entre los muertos, al que está vivo, tú que aspiras a la belleza, a la perfección espiritual, a la justicia, a la paz?

Tenemos necesidad de escuchar y recordarnos recíprocamente la pregunta del ángel. Esta pregunta, "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?", nos ayuda a salir de nuestros espacios de tristeza y nos abre a los horizontes de la alegría y de la esperanza.

Esa esperanza que mueve las piedras de los sepulcros y alienta a anunciar la Buena Noticia, capaz de generar vida nueva para los demás. Repitamos esta frase del ángel para tenerla en el corazón y en la memoria y luego cada uno responda en silencio: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?".

Hermanos y hermanas, Él está vivo, está con nosotros. No vayamos a los numerosos sepulcros que hoy te prometen algo, belleza, y luego no te dan nada. ¡Él está vivo! ¡No busquemos entre los muertos al que está vivo!... (Catequesis, Audiencia General, 23 de Abril de 2014)



Oración de hoy Sábado para el Evangelio de hoy.

Reza con nosotros la oración de hoy Sábado Santo por los enfermos, por el fin de la pandemia y por todas tus intenciones. Oración de Calma del día Sábado por eso que necesitamos. Meditemos con las palabras del Evangelio: "Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro".

Señor, con tu resurrección has sanado mi cuerpo, mi corazón, mi alma, mi mente y todas mis heridas, conduciéndome por caminos de paz, de esperanza y de vida en abundancia. Creo que estás vivo y resucitado. Te doy gracias por esa gran manifestación de amor. Has bajado de tu Trono celestial para donarte a la humanidad como pan vivo bajado del cielo.

Deseo que la semilla de fe que has dejado en mí, crezca y te dé frutos de amor. Que pueda estar abierto desde ahora a las maravillas de tu gracia, convertirme en testigo de tu amor, de tu compasión, de tu amistad fiel.

Con tu sacrificio de amor, dejas grabado en mi alma el deseo de proclamarte, de seguirte, de amarte, servirte, de vivir una verdadera transformación y jamás volverme a sentir solo ni defraudado.

Gracias por dejar tu Palabra sanadora reflejada a través de tu Iglesia. Eres la misericordia de mi pasado, la fortalece de mi presente, la esperanza de mi futuro.

Quiero sentir a cada momento la alegría de contar con tu presencia, con tu poder y reconocer que eres el Dueño de mi vida y de mi historia, que estás presente en cada experiencia y situación que me hace crecer. Ven Señor, y regálame toda tu fuerza. Dame la posibilidad de hacerte vida en mi camino. Confío en tu amor sanador, en el poder de tu cruz y de tu resurrección. Amén. (Autor: Qriswell J. Quero, Pildorasdefe.net)


Propósito del Evangelio de hoy.

Escribiré una pequeña carta de agradecimiento a cada uno de los miembros de mi familia en dónde les detallo lo que significan para mí.


Frase de reflexión.

"Nos resulta difícil perdonar a los otros. Señor, concédenos tu misericordia para ser capaces de perdonar siempre". Papa Francisco.

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Primera Lectura Lectura del primer libro de los Reyes (17,10-16): En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: «Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba.» Mientras iba a buscarla, le gritó: «Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan.» Respondió ella: «Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos.» Respondió Elías: «No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: «La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra.»» Ella se f...

Solicitud de ayuda para la Barriada Doña Ana de Cártama

SOLICITUD DE AYUDA PARA LA BARRIADA DE DOÑA ANA DE CÁRTAMA Paz y Bien a tod@s!!! Nuestro  párroco Rvdo. D. José García, nos comunica que desde los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Cártama han solicitado MANTAS, SÁBANAS, COLCHAS y PAÑOS DE COCINA para los vecinos de Doña Ana afectados por las inundaciones. Como ya sabéis, a través de las redes se está pidiendo mucha ayuda pero allí ya no son necesarios otros productos, así que os pedimos toda la colaboración posible. Para ello vamos a poner a este servicio la infraestructura de la Parroquia y del Grupo Parroquial de la Divina Pastora de Cártama, de forma que todo lo que tengais a bien aportar de estos enseres de hogar, podéis traerlos al almacén sito en calle González Marín 130 el lunes y el martes, sólo tenéis que poneros en contacto con Mercedes por WhatsApp al teléfono ☎️ 676659759. Muchas gracias a tod@s y rogamos a Nuestra Divina Pastora que Dios nos bendiga y guarde a tod@s!!!! 💐💐💐💐💐💐💐💐💐💐💐💐💐💐💐💐

Sábado Santo

SÁBADO SANTO Durante el Sábado Santo, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando en su pasión y muerte, y se abstiene de celebrar el sacrificio de la misa (por lo que conserva el altar enteramente desnudo) hasta que, después de la Vigilia solemne o espera nocturna de la resurrección, se desborda la alegría pascual, cuya exuberancia inunda los cincuenta días subsiguientes. Hoy no puede darse la sagrada comunión más que a modo de viático. VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA, PRIMERA PARTE: SOLEMNE INICIO DE LA VIGILIA O LUCERNARIO Bendición del fuego y preparación del cirio Se apagan todas las luces. En un lugar  SEGUNDA PARTE Lectura de la Palabra  PRIMERA LECTURA [Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno.] Del libro del Génesis 1, 1–2, 2 En el principio creó Dios el cielo y la tierra. [La tierra era soledad y caos; y las tinieblas cubrían la faz del abismo. El espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. Dijo Dios: “Que exista la l...