VIII NOVENA A
MARÍA SANTÍSIMA
DE LOS REMEDIOS
PATRONA DE LA VILLA DE CÁRTAMA
Por la señal de la santa cruz….
Por la señal de la Santa
Cruz, de nuestros enemigos.
Líbranos Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre y del hijo y del
Espíritu Santo.
Amen.
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ACTO DE CONTRICCIÓN
PRIMERA ORACIÓN
Para
todos los días a Dios Nuestro Señor
Eterno
Dios Todopoderoso, Señor del Cielo y de la Tierra, Suma bondad, uno en Esencia
y Trino en Personas, que con la gracia y operación de tu Espíritu Divino,
preparaste el cuerpo hermoso y el alma preciosísima de la gloriosa Virgen y
María Santísima Señora Nuestra, para que mereciera hacerse digna habitación y
celestial palacio de tu Hijo Unigénito en el mundo, llenándola, colmándola y
enriqueciéndola en todos los instantes de su vida de indecibles gracias, dones
y méritos, para que fuese trasladada en cuerpo y alma a los Cielos, y exaltada
sobre los nueve Coros de las Jerarquías Angélicas, y colocada en la primera
silla a la mano derecha del Rey de los Reyes y Señor de los que dominan, y
desde esta altura viese y remediase nuestras necesidades: por aquella gloria
que tuviste en este día, y experimentaron los Príncipes y Ciudadanos de tu
Corte, te suplicamos, Señor, rogamos y pedimos, que por la intercesión piadosa
de tan Divina Patrona y Abogada, seamos liebres de todos los males espirituales
que nos rodean rituales y corporales que nos rodean, y de la eterna muerte que
nos amenaza por nuestras culpas, dándonos un eficaz, estable y firme
aborrecimiento de ellas, y un verdadero y puro amor de tu hermosura, para poder
celebrar, alabar y bendecir dignamente la gloria de la Santísima Madre del
Supremo Rey de la Gloria y Altísimo Señor de las virtudes, que contigo vive y
reina verdadero Dios, en unidad del mismo Espíritu Santo por todos los siglos
de los siglos.
Amén
Ave María (3)
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Gloria (1)
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Dios te Salve, María, llena eres de
Gracia.
El Señor es contigo. Bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y Bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amen.
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Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu
Santo.
Como era en un principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos.
Amen
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Lectura
del santo evangelio según san Juan (7,40-53):
En
aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de
Jesús, decían: «Este es de verdad el profeta». Otros decían: «Este es el
Mesías». Pero otros decían: «¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No
dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el
pueblo de David?». Y así surgió entre la gente una discordia por su
causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
Los
guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les
dijeron: «¿Por qué no lo habéis traído?». Los guardias respondieron: «Jamás ha
hablado nadie como ese hombre». Los fariseos les replicaron: «También vosotros
os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa
gente que no entiende de la ley son unos malditos».
Nicodemo,
el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:
«¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar
lo que ha hecho?». Ellos le replicaron: «¿También tú eres galileo? Estudia y
verás que de Galilea no salen profetas». Y se volvieron cada uno a su
casa.
Palabra del Señor
8º DIA DE NOVENA
Purificarte
humilde,
Virgen,
quisiste,
Y
con Madres manchadas
Te
confundiste:
Haz
pues, que sin reserva
La
Ley cumplamos,
Y
antes de quebrantarla
Que
perezcamos.
Salve
María,
De
este Pueblo Patrona
Esclarecida.
La
Expectación de María Santísima exaltada sobre el coro de los Querubines
Piadosísima
Señora y Madre nuestra, Reina sapientísima exaltada sobre el alto Coro de los
Querubines, en los cuales con la plenitud de la ciencia, resplandece la
altísima contemplación de las divinas verdades, Madre de la Sabiduría Divina,
elevada sobre estos altos Príncipes, en premio de aquella devotísima
contemplación que te infundió el Espíritu Santo, cuando en el Templo el día de
tu bendita Purificación, en la persona de tu Divino Hijo, pasó de tus brazos a
los del Santo Simeón, todo el tesoro de las riquezas de la sabiduría y ciencia
de Dios: humildemente, soberana Señora, te pedimos, que por tu intercesión
venga a nuestros entendimientos la asistencia del Divino Espíritu, para que
ilustrados con su celestial luz, meditemos y contemplemos continuamente los
altos misterios de la pasión, muerte, resurrección y gloria de tu Hijo
Santísimo, y traspasados nuestros corazones de la aguda espada de tu inmenso
dolor, por estos pasos logremos llegar a la compañía de los Querubines
Espíritus, para contemplar con visión clara la Divina hermosura, adorándola y
alabándola en presencia tuya por todos los siglos de los siglos.
Amen
TERCERA ORACIÓN
Para
todos los días
Soberana
Emperatriz de los Cielos, alegría y recreo de sus Cortesanos, Señora de las Jerarquías
Angélicas, Cielo del Cielo, animado Trono, Templo y Sagrario vivo de la
Santísima Trinidad, Altar excelso del refugio humano, Tesorera del poder
Divino, Mar de todas las gracias, Río de las piedades y misericordias, Pozos de
aguas vivas, Fuente señalada y sellada de todos los Remedios, Iris de las iras
de Dios, Cándida Paloma que trajiste al Arca de tu Iglesia la mejor oliva de la
paz, Nave del Mercader Divino que desde las alturas del cielo condujiste al
Mundo el Pan de los Ángeles para que lo comieran los hombres, alivio de los
necesitados, consuelo de los afligidos, salud de los enfermos, estrella fija de
los que navegan, guía segura de los que caminan, y en una palabra, Madre de
Dios y Madre de tu Pueblo, fiel remedio y medicina de todos los males: por
aquella gracia con que tuviste nueve meses al Verbo Divino encerrado en tu
virginal vientre, y por aquella gloria con que fuiste recibida en el Cielo de
tu Hijo Santísimo, festejada y celebrada y aplaudida de los nueve Coros, de sus
santos Príncipes, tus nobles vasallos, y exaltada sobre todos ellos al Reino
Celestial: a ti, Señora, Madre misericoriosísima, al ti clamamos tus humildes
hijos, principalmente por la exaltación y extensión del Nombre de Jesús y de su
Iglesia, por la salud, acierto y felicidad de la Cabeza visible de ella el Sumo
Pontífice, de nuestro Prelado Ilustrísimo, de tus sacerdotes y ministros.
A ti suspiramos tristes y afligidos, consoladora y remediadora del mundo, por
el remedio, consuelo y alivio de todas nuestras tribulaciones y necesidades,
especialmente aquellas que nos obligan más para los ruegos, clamores y súplicas
de esta novena, si ha de ser para honra y gloria de Dios y bien de nuestras
almas. Amen
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