Alegría que testifica
PASAJE BIBLICO: “Y dejó todo lo que tenía en mano de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia”. (Génesis 39:6)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Proverbios 15:13; Lucas 6:45
La Palabra de Dios afirma que “el corazón alegre hermosea el rostro”, pero también nos dice que “de la abundancia del corazón habla la boca”, así que finalmente lo que expresamos es lo que está en nuestro corazón. En muchos momentos de la vida podemos justificar nuestro mal semblante y lenguaje desalentador por las situaciones que podemos estar viviendo. Sin embargo, podemos ver en José que, aunque estaba viviendo un momento de adversidad y dolor al ser vendido por sus hermanos y convertirse en esclavo en Egipto, su corazón no se llenó de amargura porque sabía que Dios estaba con él y Dios estaba prosperando todo lo que él estaba haciendo. Puesto que el trabajo que José hacía, lo hacía de corazón, diligentemente, no solo porque le tocara por ser un esclavo.
La Biblia dice que José era “de hermoso semblante y bella presencia”, pero esto no era lo que le permitía hallar gracia. Más allá de su apariencia física, estaba la actitud de su corazón. José no tenía razones humanas para estar de buen ánimo y para estar bien presentado, pues su misma condición podría justificar que estuviera triste, desarreglado y que se hubiera olvidado de sí mismo; pero increíblemente este hombre en ningún aspecto parecía un esclavo. No solo era un varón próspero, en cuyas manos todo prosperaba, sino que, además, era un hombre que gozaba de buena presencia, de la cual podemos deducir que a pesar de todo lo que estaba enfrentando su corazón estaba alegre y cosas buenas le abundaban. Si José se hubiera entregado al dolor y a la pena, jamás hubiera sido percibido como un hombre bendecido y, mucho menos, hubiera prosperado algo en sus manos, porque seguramente no se hubiera esforzado en nada.
Es pertinente preguntarnos ¿cuántas veces podemos haber perdido grandes oportunidades por tener una actitud inadecuada frente a los momentos de dificultad? Con José aprendemos que, en momentos así, es posible permanecer con la frente en alto, y aún tener buena presencia y proyectar cosas buenas, porque mientras sepamos que Dios está con nosotros nada debe apagar nuestra luz. Todo va a depender de la disposición que pongamos en nuestro corazón. José puso su corazón en las manos de Dios y, evidentemente, es ahí donde debemos dejar que permanezca el nuestro.
OREMOS: "Mi Dios, mi corazón solo puede estar en tus manos, porque desde el corazón es que brota la verdadera alegría. Quiero ser como José, que sin importar lo que vivía tenía claro que eras tú el motivo de su gozo, porque sabía que estabas con él, y por eso hacía todo con amor y buena disposición. Quiero que los que me rodean puedan decir que hay hermosura en mí, a causa de que mi corazón está siendo alegrado por ti. Gracias porque tú eres mi gozo y yo quiero reflejarlo, para dar y ser testimonio de tu grandeza en todo momento, aun en aquellos que puedan ser difíciles".
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