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Un Dios de la paciencia

Lee Romanos 15:4 y 5. ¿Qué encontramos en estos versículos?

  • Rom 15:4  Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.
  • Rom 15:5  Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús,

Normalmente nos impacientamos por cosas que realmente queremos o que nos han prometido pero que todavía no tenemos. A menudo solo quedamos satisfechos cuando conseguimos lo que anhelamos. Y, debido a que rara vez obtenemos lo que queremos y cuando lo queremos, esto implica que a menudo nos irritamos y perdemos la paciencia. Y, cuando estamos en este estado, es casi imposible mantener la paz y la confianza en Dios.


Esperar es doloroso por definición. En hebreo, una de las palabras para “esperar pacientemente” (Sal. 37:7) proviene de otro vocablo que puede traducirse como “estar muy dolorido”, “sacudirse”, “temblar”, “estar herido”, “estar triste”. Aprender a tener paciencia no es fácil; a veces es la esencia misma de lo que significa estar en el crisol.


Lee Salmo 27:14; 37:7; y Romanos 5:3 al 5. ¿Qué nos transmiten estos versículos? ¿Hacia dónde conduce la paciencia?


Sal 27:14  Aguarda al Señor;

 Esfuérzate, y aliéntese tu corazón;

 Sí, espera al Señor. 


Sal 37:7  Guarda silencio ante el Señor, y espera en Él.

 No te alteres con motivo del que prospera en su camino,

 Por el hombre que hace maldades. 


Rom 15:3  Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí.(A)

Rom 15:4  Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.

Rom 15:5  Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, 

Mientras esperamos, podemos concentrarnos en una de dos cosas. Podemos enfocarnos en las cosas que esperamos o en Aquel que tiene esas cosas en sus manos. Lo que marca la diferencia cuando esperamos algo no es tanto el tiempo que tenemos que esperar, sino nuestra actitud mientras esperamos. Si confiamos en Dios, si hemos puesto nuestra vida en sus manos, si le hemos entregado nuestra voluntad, entonces podemos confiar en que él hará lo mejor por nosotros cuando sea mejor para nosotros; aunque a veces resulte difícil creerlo.

Debido al creciente poder de las tentaciones de Satanás, los tiempos en que vivimos están plagados de peligros para los hijos de Dios, y debemos aprender constantemente del gran Maestro que podemos dar cada paso con seguridad y justicia. Escenas maravillosas se encuentran ante nosotros, y en este momento se debe dar un testimonio vivo en la vida del profeso pueblo de Dios, para que el mundo pueda ver que en esta era, cuando el mal reina en todas partes, todavía hay un pueblo que deja a un lado el suyo, y busca hacer la voluntad de Dios, un pueblo en cuyos corazones y vidas está escrita la ley de Dios. Tenemos por delante fuertes tentaciones, pruebas crueles. El pueblo de Dios que guarda los mandamientos debe prepararse para este tiempo de prueba adquiriendo una experiencia más profunda en las cosas divinas y un conocimiento práctico de la justicia de Cristo. No solo a los incrédulos, sino también a los miembros de la iglesia, las palabras se dirigen a: Busquen al Señor mientras pueda ser encontrado.

¿Qué estás esperando con ansias? ¿Cómo puedes aprender a esperar en Dios y en sus tiempos? Ora para lograr una actitud de total entrega y sumisión a Dios.

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