“La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable.”
Efesios 6:24.
Nuestro amor por Jesucristo debe ser “inalterable”. Esta palabra en griego es afthartós y significa que no se corrompe, que no cambia por las circunstancias, que no puede destruirse. Así es el amor de Dios hacia nosotros.
Dios ama de manera incondicional. También nosotros debemos amar a Jesús sin condiciones. No podemos decir: “Te amo, pero…”. “Te mano si…”. “Te amo siempre y cuando tú…”. Dios nunca ha actuado así con nosotros. El permanece fiel, aunque nosotros fuéramos infieles (1 Timoteo 2:13).
También debemos amar a Cristo de manera proactiva. La Biblia dice que “nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19). No debemos responder con amor a Cristo solo cuando nos bendice o nos ayuda.
Recuerdo el Soneto al Cristo Crucificado de autor anónimo que aprendí en mi juventud. Nunca he leído un escrito que exprese tan vívidamente el amor puro y desinteresado por el Señor.
No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido.
Ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, me mueve el verte clavado en una cruz y escarnecido.
Me mueve ver tu cuerpo tan herido, me mueven tus afrentas y tu muerte.
Me mueve, en fin, tu amor, y en tal manera,
Que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar para que te quiera, pues aunque lo que espero no esperara,
Lo mismo que te quiero te quisiera.
Que nada cambie tu amor por Cristo, ni las cosas buenas, ni las malas; ni la pobreza, ni la riqueza; ni las presiones o amenazas; ni tiempos de salud o enfermedad. Que tu amor por el Señor sea siempre inalterable.
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