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Confiemos en el Señor

 “Echa sobre el Señor tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo”. Salmo 55:22.

El rey David tenía muchos enemigos, y no solamente de las naciones vecinas, sino dentro de su propio pueblo. Aun después de la muerte de Saúl, había mucha gente que se le oponía, que le devolvían mal por bien, e incluso muchos querían matarlo. David había examinado su corazón y sabía que él no había provocado esa situación. Él sentía una gran carga, era un peso que no había elegido llevar.

En algunas oportunidades también experimentamos lo mismo. De pronto llega a nuestra vida una situación que nos agobia, nos quita las fuerzas, sentimos que ya no podemos dar un paso más y nos preguntamos: ¿cuándo va a terminar esto?

David nos muestra la salida a través de su propia experiencia. Se acercaba a la presencia de Dios en oración, dejaba ese peso en sus manos, y por fe comenzaba a descansar en la ayuda que vendría de Él. David decidía desde ese momento poner a Dios a cargo. ¡Divino remedio!

El consejo del salmista es que descansemos en el Señor porque Él nos sustenta. “Sustentar” en hebreo es kul que significa “mantener, abastecer, alimentar, contener, gobernar, llevar, soportar”. Mientras Él toma nuestra carga, simultáneamente alimenta nuestra fe para mantenernos firmes en medio de las circunstancias, e incluso “nos lleva en brazos” si el camino se torna muy difícil.

A veces nos cuesta ir a Dios para darle nuestras cargas y sobrellevamos el peso sin ayuda hasta caer rendidos. Pero la Palabra nos recuerda que: “No dejará para siempre caído al justo”. El Señor sabe cómo levantarnos para seguir adelante.

¿Estás sobrellevando cargas solo? ¿Sucedió algo de manera abrupta en tu vida que ha cargado tu corazón? Un conflicto en la familia, la pérdida de un ser querido, problemas en el trabajo, una situación financiera inesperada… Ve a Dios en oración, abre tu corazón, exprésale lo que sientes y por fe entrégale esa carga. Él se ocupará de darte las fuerzas que necesitas y preparará una salida.

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. (Mateo 11:28).

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