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Las armas espirituales

 “Y en toda la tierra de Israel no se hallaba herrero; porque los filisteos habían dicho: Para que los hebreos no hagan espada o lanza”. 1 Samuel 13:19.


Hacía poco tiempo que Saúl había sido coronado rey de Israel y todavía estaban sufriendo las consecuencias del sometimiento de los filisteos, un enemigo constante del pueblo de Dios. Cuando Saúl comienza a organizar su ejército se da cuenta de que no había ni un solo herrero en todo su territorio. ¡Increíble! Entre los miles de israelitas, nadie se dedicaba a este oficio. Pero luego descubrimos la causa: Los enemigos quitaron a los herreros de Israel para que no construyan sus espadas y lanzas. Una estrategia que les había funcionado hasta el momento. Sin armas, no hay victorias.


Esta vieja estrategia militar es la más usada en estos días por Satanás contra el pueblo de Dios. Si él nos quita las armas espirituales, no hay manera de vivir en victoria espiritualmente hablando. Los esfuerzos del enemigo están dirigidos a que ningún hijo de Dios tome cartas en el asunto y haga algo para cambiar la situación.


El apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, se tomó el tiempo de explicarnos con detalles la armadura del creyente. Recordemos sus palabras en Efesios 6:14-18: “Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.


El diablo quiere desarmarte. Quiere robarte la verdad con mentiras y “evangelios” extraños para que no vivas en la libertad que trae Jesús. Quiere que dudes de tu posición de justificado en Cristo, haciéndote sentir culpable, con vergüenza y temor después de haberte reconciliado con Dios. Quiere quitarte la paz. ¿Lo has notado últimamente? Ha enviado todos sus ataques para desenfocarte del Señor, para que mires solo a las circunstancias, para que tengas miedo del futuro y así desestabilizarte. Quiere quitarte la fe en las promesas de Dios, porque son el escudo contra sus ataques. Si puede arrebatarte tu autoridad espiritual, sabe que quedarás indefenso ante sus artimañas. Sobre todo, no quiere que uses la Palabra de Dios, y hace todo lo posible para alejarte de tus encuentros diarios con el Señor a través de la oración. Si estás desarmado, entonces no habrá victoria.


Analiza dónde están los agujeros en tu armadura espiritual y permítele al Espíritu Santo ser tu “herrero” para restaurarla. Cuando Él toma el control, repara de tal manera que sientes otra vez que puedes defender lo que Dios te ha dado. Entonces, vas a ver cumplido en tu vida el propósito de esa armadura: “…resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”. (Ef. 6:13).

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