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PAZ del Señor

 “Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.” Juan 20:19.


Cada vez que Jesús se presentaba a sus discípulos les decía esta frase: “Paz a vosotros”. El Señor sabía que su aparición repentina, atravesando paredes y puertas cerradas podía producir temor. Por otro lado, los discípulos estaban encerrados por miedo a los líderes religiosos judíos entendiendo que, si habían matado a Jesús, ellos serían los próximos. Pero el saludo del Señor buscaba mucho más que tranquilizarlos temporalmente, era una manera directa de decirles que lo primero que debían tener en el corazón era Su paz. 


Jesús sabía todo lo que les esperaba más adelante. Él ya no estaría físicamente presente, pero enviaría al Consolador para que estuviera con ellos siempre. En anteriores oportunidades, el Señor les había dicho que su paz verdadera era lo que necesitaban en un mundo incierto y peligroso. “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” (Juan 14:27).


El Espíritu Santo habitando dentro de nosotros hace posible que la paz de Cristo tome el control de nuestros sentimientos. “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:7). Observe que es una paz que no se puede explicar o entender. “Sobrepasa el entendimiento”. 


En el Nuevo Testamento la palabra paz aparece 90 veces, en la mayoría de los casos es predicada y vivida por cada uno de los discípulos del Señor. Incluso el apóstol Pablo, que se incorporó como discípulo después de la ascensión de Cristo, en sus cartas añade el saludo: “Gracia y Paz a vosotros”. La paz de Jesús fue una verdadera experiencia para los discípulos, incluso en el mismo momento de pasar a la eternidad como mártires por causa del evangelio.


La paz que nos ofrece el Señor no es la ausencia de conflictos, problemas o dificultades, sino una profunda calma en medio de ellas; y la única manera de experimentar esta paz duradera es por medio de una relación estrecha con Él

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