Señor, gracias por un nuevo día en el que me suples con tu provisión exacta y suficiente para mis necesidades, gracias por que Tú estás siempre cuidando de mí y me guardas de todo mal.
No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel. Rl Señor te guardará de todo mal; Él guardará tu alma
Salmos 121:3,4-7
La Palabra nos asegura que es de lo alto que viene nuestra ayuda, y también nos asegura que, todo don perfecto y sabiduría está con Dios. Lo que tenemos que hacer es tener al Señor como el aire que respiramos y sentir su presencia siempre en nuestra vida. Él es el autor y finalizador de nuestra vida, es el creador del cielo y la tierra; nos espera y de su mano somos más que vencedores. Así que cuando nos sintamos débiles y derrotados, tengamos presente que el Señor sabe y está con nosotros en ese momento. Dejemos que él sea nuestra ayuda y refugio, en todo tiempo.
¡Amén!
“Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;” Hebreos 12:15
Meditación:🤔🕯️
En el diccionario se define la amargura como un “sentimiento duradero de frustración, resentimiento 🖤💔o tristeza, especialmente por haber sufrido una desilusión o una injusticia.”; en la Biblia📖 se traduce como ajenjo (del hebreo rosh, y del griego ápsinthos, la cual alude a una planta con la que en tiempos bíblicos se elaboraba una poción muy amarga,😖 y en el contexto de este pasaje al hecho de que esta amargura es como un veneno que contamina y se expande hacia otros.
Por lo tanto, si mantenemos un sentimiento durante mucho tiempo de dolor, rabia o frustración, esto nos puede conducir a la amargura del corazón,🖤 que contamina nuestro interior y se puede extender hacia otros, causando un daño parecido al producido por un veneno. El único antídoto eficiente a esta situación es el perdón, el cual debe ser inmediato.
Es comprensible que no podamos inmediatamente asimilar una situación y tener una reacción espontánea adecuada, pero lo que no debemos hacer es mantenerla en el tiempo, tomando demora, frente a algo que inmediatamente *debemos llevar en oración.*
La actitud frente a una ofensa, humillación o situación caótica debe ser la de orar y perdonar. Así evitamos que, al dejarla sin el trato en la presencia del sanador, nos conlleve a vivir con un dolor profundo, contaminante y amargo.
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