El sello del Espíritu aún continúa
Efesios 1:13-14 En Él también vosotros, habiendo oído la palabra de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y en Él habiendo creído, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de Su gloria.
2 Corintios 3:18 Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en las misma imagen, como por el Señor Espíritu.
Aconteció que cierto día pasaba Eliseo por Sunem. Y había allí una mujer importante, quien lo invitó insistentemente a comer. Y sucedía que cada vez que Él pasaba, entraba allí a comer
2° Reyes 4: 8
Todo sello tiene una imagen. El Espíritu, que como sello de Dios está en nosotros, lleva la imagen de Dios. La palabra “hasta” del versículo 14 reviste mucha importancia. Fuimos sellados con el Espíritu Santo hasta la redención de la posesión adquirida. Nosotros somos la posesión adquirida de Dios, y la redención de esta posesión es la redención, la transfiguración, de nuestro cuerpo. Con esto vemos que el sello del Espíritu Santo redunda en la redención de nuestro cuerpo.
Por esto vemos que el sello del Espíritu no se recibe de una vez por todas; más bien, el sellar aún continúa. Cuando fuimos regenerados, el sello del Espíritu se imprimió en nuestro espíritu, Comienza en nuestro espíritu y se extiende a nuestra mente, a nuestra parte emotiva y a nuestra voluntad.
Pero si discutimos con otros en cuanto a enseñanzas, será evidente que nuestra mente no lleva la imagen de Dios. Cuando oramos en el espíritu, expresamos la imagen, pero cada vez que discutimos, valiéndonos de nuestra mente, no la expresamos. En esos momentos, nuestra mente no expresa la imagen de Dios en lo más mínimo. Además, si al discutir con un hermano respecto a alguna doctrina, nos enojamos, en ese momento la parte emotiva no expresa la imagen de Dios en absoluto, lo cual indica que el sellar del Espíritu aún no ha llegado a nuestra parte emotiva. Es posible que nos enojemos con el hermano de tal manera, que decidimos no tener comunión más con él; nos separamos de él porque, según nuestra opinión, la doctrina que él enseña es errónea. Y así, ejercemos nuestra obstinada voluntad y cortamos la comunión con el hermano. Esto pone de manifiesto que nuestra voluntad no ha participado del sellar del Espíritu. Así que, la redención de nuestro cuerpo depende de que el sello del Espíritu Santo se extienda a todo nuestro ser. Cuando esto suceda, se tomará la decisión en cuanto al tiempo propicio en que nuestro cuerpo será redimido.
Involucrarse en la obra de Dios requiere esfuerzo, entrega, paciencia y más. Ten por seguro que tienes el apoyo del cielo entero; ¿en qué insistes por amor a los demás?¿Qué necesitas para trabajar por Jesús y para él?
Busca tu campo de acción e insiste en servir por amor.
Amén!!!
Dios te bendiga🫂
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