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III Novena a María Santísima de los Remedios


NOVENA A

MARÍA SANTÍSIMA

DE  LOS REMEDIOS





PATRONA DE LA VILLA DE CÁRTAMA



Por la señal de la santa cruz….
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos. 
Líbranos Señor, Dios nuestro. 
En el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo.
Amen.



ACTO DE CONTRICCIÓN


PRIMERA ORACIÓN



Para todos los días a Dios Nuestro Señor


Eterno Dios Todopoderoso, Señor del Cielo y de la Tierra, Suma bondad, uno en Esencia y Trino en Personas, que con la gracia y operación de tu Espíritu Divino, preparaste el cuerpo hermoso y el alma preciosísima de la gloriosa Virgen y María Santísima Señora Nuestra, para que mereciera hacerse digna habitación y celestial palacio de tu Hijo Unigénito en el mundo, llenándola, colmándola y enriqueciéndola en todos los instantes de su vida de indecibles gracias, dones y méritos, para que fuese trasladada en cuerpo y alma a los Cielos, y exaltada sobre los nueve Coros de las Jerarquías Angélicas, y colocada en la primera silla a la mano derecha del Rey de los Reyes y Señor de los que dominan, y desde esta altura viese y remediase nuestras necesidades: por aquella gloria que tuviste en este día, y experimentaron los Príncipes y Ciudadanos de tu Corte, te suplicamos, Señor, rogamos y pedimos, que por la intercesión piadosa de tan Divina Patrona y Abogada, seamos liebres de todos los males espirituales que nos rodean rituales y corporales que nos rodean, y de la eterna muerte que nos amenaza por nuestras culpas, dándonos un eficaz, estable y firme aborrecimiento de ellas, y un verdadero y puro amor de tu hermosura, para poder celebrar, alabar y bendecir dignamente la gloria de la Santísima Madre del Supremo Rey de la Gloria y Altísimo Señor de las virtudes, que contigo vive y reina verdadero Dios, en unidad del mismo Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amen


Se reza tres veces el Ave María, después Gloria al Padre...

Ave María (3)
Gloria (1)
Dios te Salve, María, llena eres de Gracia.
El Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres, y Bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amen.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Amen


Lectura del santo evangelio según san Juan (4,43-54):


En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había atestiguado:
«Un profeta no es estimado en su propia patria».
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.
Jesús le dijo:
«Si no veis signos y prodigios, no creéis».
El funcionario insiste:
«Señor, baja antes de que se muera mi niño».
Jesús le contesta:
«Anda, tu hijo vive».
El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron:
«Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre».
El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

Palabra del Señor


3º DIA DE NOVENA



Holocausto gracioso
De amor Divino
Presentaste en el Templo
Al Uno y Trino:
Haz, Virgen Soberana,
Puros y limpios,
Los corazones todos
De estos tus hijos.
Salve, María,
De este pueblo Patrona
Esclarecida.




La Presentación de María Santísima exaltada sobre el Coro de los Principados

Piadosísima Señora y Madre nuestra, Princesa Soberana de los Principados Angélicos, exaltada sobre el Coro de estos Celestiales Espíritus, en premio de aquella tierna devoción con que te entregaste enteramente en cuerpo y alma a la Majestad Divina a los tres años, cuando fuiste presentada en el Templo: por este sacrificio Altísimo te suplicamos amabilísima Madre y Señora, que nos alcances de tu Hijo Santísimo un espíritu superior principal, que enterneciendo nuestros corazones, los rinda y reduzca a entregarse a Dios enteramente, dedicándose de veras al culto y reverencia de su Santa Casa, para remediar de nuestros descuidos, detenciones y tardanzas en el camino de la vida eterna, en donde acompañados de estos Soberanos Espíritus te sirvamos y alabemos por todos los siglos de los siglos. 

AMÉN.


TERCERA ORACIÓN



Para todos los días

Soberana Emperatriz de los Cielos, alegría y recreo de sus Cortesanos, Señora de las Jerarquías Angélicas, Cielo del Cielo, animado Trono, Templo y Sagrario vivo de la Santísima Trinidad, Altar excelso del refugio humano, Tesorera del poder Divino, Mar de todas las gracias, Río de las piedades y misericordias, Pozos de aguas vivas, Fuente señalada y sellada de todos los Remedios, Iris de las iras de Dios, Cándida Paloma que trajiste al Arca de tu Iglesia la mejor oliva de la paz, Nave del Mercader Divino que desde las alturas del cielo condujiste al Mundo el Pan de los Ángeles para que lo comieran los hombres, alivio de los necesitados, consuelo de los afligidos, salud de los enfermos, estrella fija de los que navegan, guía segura de los que caminan, y en una palabra, Madre de Dios y Madre de tu Pueblo, fiel remedio y medicina de todos los males: por aquella gracia con que tuviste nueve meses al Verbo Divino encerrado en tu virginal vientre, y por aquella gloria con que fuiste recibida en el Cielo de tu Hijo Santísimo, festejada y celebrada y aplaudida de los nueve Coros, de sus santos Príncipes, tus nobles vasallos, y exaltada sobre todos ellos al Reino Celestial: a ti, Señora, Madre misericordiosísima, al ti clamamos tus humildes hijos, principalmente por la exaltación y extensión del Nombre de Jesús y de su Iglesia, por la salud, acierto y felicidad de la Cabeza visible de ella el Sumo Pontífice, de nuestro Prelado Ilustrísimo, de tus sacerdotes y ministros.  A ti suspiramos tristes y afligidos, consoladora y remediadora del mundo, por el remedio, consuelo y alivio de todas nuestras tribulaciones y necesidades, especialmente aquellas que nos obligan más para los ruegos, clamores y súplicas de esta novena, si ha de ser para honra y gloria de Dios y bien de nuestras almas. 

AMÉN.

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